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VIDEO: Conor Tracey arquero en el Mundial de Clubes y almacenero en Nueva Zelanda

Tracey no vive del fútbol, de lunes a viernes, se sube a un montacargas y trabaja más de 40 horas semanales en una empresa farmacéutica en Nueva Zelanda.

18/06/2025 9:09

VIDEO: Conor Tracey arquero en el Mundial de Clubes y almacenero en Nueva Zelanda. Foto: Captura de pantalla
EE.UU.

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El Mundial de Clubes arrancó con Lionel Messi iluminando el césped, pero sin goles. Todo lo contrario a lo que se vivió el domingo, una tormenta de anotaciones del Bayern Múnich que arrolló 10-0 al Auckland City.

Pero entre tanto gol, lo que realmente tocó fibras fue la historia del arquero del equipo neozelandés: Conor Tracey, el portero que no solo defiende arcos, también mueve pallets en una farmacéutica.

El nombre de Conor Tracey hoy recorre titulares en todo el planeta, no por una atajada milagrosa, sino por recibir una decena de goles en su debut en un Mundial de Clubes. Pero detrás del marcador escandaloso hay una historia que representa la esencia del fútbol, su pasión, sacrificio y sueños que no entienden de salarios ni vitrinas.

A sus 28 años, Tracey no vive del fútbol. De lunes a viernes, se sube a un montacargas y trabaja más de 40 horas semanales en una empresa farmacéutica en Nueva Zelanda. Cambia los guantes de arquero por guantes industriales. Y entre turno y turno, entrena con Auckland City, un club semiprofesional que, contra todos los pronósticos, volvió a poner a Oceanía en el mapa del fútbol internacional.

Tendré problemas con el alquiler y las facturas cuando esto termine, pero valió la pena. Jugar contra el Bayern, el Benfica y Boca es un sueño que se vive una vez en la vida”, confesó Tracey tras el partido, con humildad y una sonrisa entremezclada con cansancio.

Tuvo que juntar días de vacaciones, algunos con goce y otros sin sueldo, para poder estar en esta cita mundialista. Mientras los delanteros del Bayern celebraban goles sin cesar, Tracey vivía uno de los días más intensos de su vida. Él no vino a ganar, vino a vivirlo. A probarse en el escenario más grande que el fútbol le podía ofrecer.

En su carrera ha disputado 135 partidos, recibido 130 goles y ha dejado su arco en cero en 58 ocasiones. Fue pieza clave para que Auckland ganara la Liga de Campeones de Oceanía. Y eso lo convirtió en embajador de miles de futbolistas que combinan entrenamientos con trabajos “normales”, que corren tras un balón mientras persiguen la renta.

Tracey y sus compañeros están cumpliendo un sueño, sabiendo que pronto volverán a sus rutinas, al anonimato, a cargar cajas y manejar montacargas. Pero durante unos minutos, compartieron cancha con leyendas, con estrellas globales. Y eso, aunque no figure en las estadísticas, vale más que cualquier marcador.

Ésta la historia:

 

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