Desde el mal de altura hasta problemas cardiovasculares, las enfermedades asociadas a la altura pueden afectar más a los turistas que a los propios residentes.
24/03/2025 10:06
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En La Paz, Oruro y Potosí son las ciudades más altas de Bolivia. La vida a más de 3600 m.s.n.m. representa un desafío para el organismo humano. Desde el mal de altura hasta problemas cardiovasculares, las enfermedades asociadas a la altura pueden afectar más a los turistas que a los propios residentes. La mayoría de ellos ha logrado adaptarse, sin embargo, no están exentos de presentar alguna afección asociada a la altura.
A medida que se asciende, la presión atmosférica disminuye y el oxígeno se vuelve más escaso, lo que puede provocar diversas afecciones en quienes no están acostumbrados a estas condiciones.
Álvaro Eyzaguirre, médico cirujano y docente de Medicina de la Universidad Franz Tamayo, Unifranz, explica que, aunque el cuerpo humano pueda adaptarse a vivir en altura, existe un riesgo en que las enfermedades asociadas a la altura puedan repercutir en la salud.
“La patología en sí misma, o la presencia del riesgo de patología, está asociada a la concentración de oxígeno en la altura. Que es modificada por la proliferación de eritrocitos (célula sanguínea que transporta oxígeno al cuerpo) para garantizar el transporte de oxígeno, que en teoría disminuye en la difusión de oxígeno pulmonar”, explica Eyzaguirre.
Sobre las enfermedades asociadas a la altura, el médico cirujano explica que las personas que viven en altura pueden desarrollar poliglobulia o policitemia, aunque es una posibilidad remota, pero el riesgo es latente.
La policitemia puede ser resultado de la disminución del oxígeno en sangre, y está condición se asocia a zonas de gran altitud, donde el oxígeno es más escaso. En respuesta, el cuerpo humano produce la proliferación de glóbulos rojos para compensar el nivel de oxígeno, como parte del proceso de adaptación del cuerpo en territorios de altitud. Pero, en un estado más avanzado la policitemia aumenta la viscosidad de la sangre y conlleva otro tipo de riesgos.
Por otro lado, las personas con enfermedades cardiovasculares deben tener especial cuidado al viajar o vivir en zonas elevadas. La falta de oxígeno (hipoxia) puede aumentar la presión arterial y la frecuencia cardíaca, lo que representa un riesgo para quienes padecen hipertensión o enfermedades coronarias.
De cualquier modo, para equilibrar esta condición lo más recomendable es reducir o suprimir el tabaco, en cuanto a la dieta se sugiere reducir el consumo de alimentos con demasiado contenido de hierro como: hígado o corazón, además de evitar el consumo de carnes rojas. De la misma manera evitar el consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
En cuanto a los síntomas del mal de altura son de carácter leve como: mareos, dolor de cabeza, fatiga, hinchazón (manos de pies, pies y cara), hemorragias retinianas, falta de apetito o por el contrario náuseas y vómitos. Suelen manifestarse de seis a doce horas después de haber ascendido a niveles elevados.
Para esto, se sugiere que el proceso de adaptación a la altitud sea progresivo, acompañado con alimentación balanceada y con algunos fármacos como paliativos en caso de malestares. Las recomendaciones más eficaces son:
Además, se sugiere el consumo moderado de carbohidratos, una dieta rica en vitaminas E y C, reducción del consumo de cafeína y alcohol pueden mejorar la adaptación. También se pueden utilizar otros medicamentos anti inflamatorios, bajo supervisión médica, para acelerar el proceso de aclimatación.
El mal de altura y las enfermedades asociadas pueden prevenirse con hábitos adecuados. Si bien el cuerpo humano tiene la capacidad de adaptarse, conocer los efectos de la altura y cómo mitigarlos es esencial para evitar complicaciones.
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