Sotacuro, detenido en Bolivia, aseguró que no conocía a las víctimas y relató cómo fue la noche del asesinato.
07/10/2025 12:39
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La investigación por el triple crimen de Florencio Varela, en Argentina, sumó un nuevo capítulo con la aparición de un nuevo sospechoso. Dos de los detenidos, identificados como Sotacuro —aprehendido en Bolivia— y su sobrina, Florencia Ibáñez, ofrecieron su versión de los hechos y describieron lo ocurrido la noche en que fueron asesinadas Lara Gutiérrez, Brenda Del Castillo y Morena Verdi.
Ambos aseguraron que no conocían a las víctimas ni a las demás personas implicadas en el caso, y detallaron sus movimientos durante el día del crimen.
Según el testimonio de Sotacuro, un hombre al que identificó como “David”, presuntamente un albañil de nacionalidad peruana, lo contrató para realizar un traslado hacia un local donde se celebraba un cumpleaños. El acusado dijo haber aceptado el trabajo sin sospechar nada irregular.
Posteriormente, relató que esperó al “Loco David” cerca de la vivienda donde, horas antes, las jóvenes fueron torturadas, asesinadas y enterradas. Afirmó que se encontraba acompañado por su sobrina y el novio de ella, identificado como Diego.
De acuerdo con su versión, el pasajero decidió quedarse en la supuesta fiesta, por lo que ellos se retiraron para cenar y regresar a sus domicilios. Sin embargo, más tarde recibió una nueva llamada del “Loco David”, quien le pidió que le llevara una campera que le entregaría un amigo cerca de una escuela.
Sotacuro aseguró que, al dirigirse hacia Florencio Varela, vio al “Loco David” junto a dos hombres más.
“Venían todos mojados, manchados de barro. Pensé que se habrían peleado en la fiesta, era una fiesta peruana. Los dos de atrás tenían la boca tapada, eran altos, de la misma estatura que David. No sé la nacionalidad porque no hablaban”, declaró ante el fiscal.
El viaje, según su testimonio, continuó hasta la villa Zavaleta, donde los acompañantes de David descendieron del vehículo.
Finalmente, Sotacuro explicó que huyó a Bolivia “por miedo” y aseguró que “nunca” estuvo en la casa donde se cometieron los asesinatos.
No obstante, sus declaraciones abrieron nuevas líneas de investigación, especialmente por el pago de 600.000 pesos que recibió por un viaje que, según estimaciones, debía costar unos 40.000, y por su posterior fuga al extranjero.
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