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Red Uno Bolivia.- El noruego Jonas Bendiksen, miembro de la agencia Magnum, en su último proyecto, El último testamento que ha presentado en los Encuentros de Arlés, festival fotográfico de referencia en Europa, que reúne a 35 exposiciones en la ciudad francesa, eligió a siete hombres de distintos puntos del planeta que dicen ser Dios para reflejarlos en su arte.
Entre ellos están:
Vissarion.- Creó una iglesia alternativa en los bosques de Siberia, donde vive con 5.000 personas más en una comunidad idílica. En ese lugar, la Navidad se celebra el 14 de enero, día del cumpleaños de ese mesías apócrifo.
Inri Cristo.- Este hombre se rebautizó con las iniciales que Poncio Pilatos escribió en la cruz donde murió Jesús, que reside en un punto impreciso de Brasil, junto a una congregación abundante y formada mayoritariamente por mujeres.
Apollo Quiboloy.- Fundó una megachurch en Filipinas que ya cuenta con seis millones de fieles, además de una flota de helicópteros, una universidad propia y hasta un canal de televisión.
Jesús Matayoshi.- Da sus sermones desde una camioneta electoral. El objetivo de este caballero de sienes plateadas es convertirse en primer ministro japonés y, más tarde, en secretario General de las Naciones Unidas, cargo desde el que cree que podrá transformar el planeta instituyendo la ley de Dios. En las últimas elecciones, más de 6.000 personas votaron por él.
Bupete Chibwe Chisimba.- Se gana la vida conduciendo un taxi sin licencia, un oficio tan modesto como la carpintería lo fue para Jesús. Los fines de semana las pasan junto a sus dos apóstoles haciendo proselitismo en sus mercados. Son los últimos dos seguidores de su doctrina. Ni siquiera su mujer confía demasiado en su dogma: cuando le confesó que era Jesús reaparecido, ella le obligó a ir a ver a un psiquiatra.
David Shayler.– Un antiguo agente del contraespionaje británico, que también está convencido de ser Dios. A veces pronuncia sus arengas travestido de mujer –en ese caso, se hace llamar Dolores– frente a una parroquia formada por media docena de personas en medio de la campiña. Aunque tampoco Jesús tenía “más de una docena de adeptos cuando empezó a predicar”, como apunta Bendiksen.
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En su trabajo no hay ironía ni burla, sino más bien respeto y empatía, pese a que algunas fotografías despierten algunas sonrisas. “El fotógrafo entró en cada comunidad con la intención de creer. A cambio de eso, le dieron acceso a cosas sorprendentes. Refleja un periodo histórico en que ha regresado la búsqueda de espiritualidad. Algunos la buscan en la tecnología y otros en una actualización de formas más tradicionales”, señala el director artístico del festival, Sam Stourdzé.
El fotógrafo no encontró la fe, pero sí llegó a atisbar “la magia y la belleza” de creer en algo o en alguien. Aunque ese alguien sea Moses Hlongwane, un surafricano que se hace llamar Señor de Señores. Dios se le manifestó durante un sueño en 1992, cuando trabajaba como dependiente en una pequeña joyería. Ese día decidió dejarlo todo y cambiar de vida. Ahora se dedica a predicar a las multitudes en Johannesburgo y otras ciudades, convencido de que el día del Juicio Final está a la vuelta de la esquina.
Para intentar acelerarlo, se casó con una de sus discípulas en 2016, que en su dogma religioso tenía que marcar el comienzo del Apocalipsis. Nadie sabe cómo se lo tomó su esposa.
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