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Conoce los zapatos antivirus que te protegerán del Covid-19

Grigori Lup creó este modelo de zapatos cuando por la pandemia su negocio dejó de recibir clientes; ya tiene pedidos de Inglaterra y Canadá

09/06/2020 18:11

Rumanía

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La pandemia del coronavirus ha llevado a muchos dueños de negocios a reinventarse, tal es la historia de un zapatero de Transilvania que elevó esta cuestión a la categoría de arte para sobrevivir en medio de esta crisis de salud.

A sus 55 años, Grigori Lup tuvo que enviar al paro temporal a sus diez trabajadores después de que se interrumpieran bruscamente los encargos."De repente, la gente dejó de entrar a mi negocio", cuenta el zapatero.

Los teatros, óperas y grupos de baile populares que constituían el fuerte de la clientela de Lup vieron interrumpida su actividad debido a la prohibición de actos públicos decretada por las autoridades para contener la pandemia.

"Vi que no entraba nadie y me dije, basta, tengo que cerrar".

Fue entonces cuando tuvo una idea para poder seguir activo durante la crisis. Nadie respetaba la distancia social y pensó que podía hacer para empezar tres pares de zapatos muy peculiares, a los que llamó zapatos de distanciamiento social, todo para llamar la atención. Y así lo hizo, aunque reconoce que al principio fue todo una especie de broma.

Y así empezó a hacer estos zapatos gigantes que garantizan a quien los lleva que nadie se acerque más de lo necesario. Como todos los que produce en su taller, estos zapatos de apariencia estrafalaria están hechos a mano y son de piel natural.

Los zapatos son de un número normal en la parte posterior en la que debe de meter el pie el cliente. Lo excepcional viene cuando terminan los dedos, donde empieza una punta rellena de un material ligero, como la suela, que equivaldría a un número 75 de pie.

"Si dos personas que llevaran mis zapatos se pusieran una enfrente de otra habría una separación entre ellas de cerca de un metro y medio", explica Lup, que vende cada par de zapatos de distanciamiento social a unos cien euros.

Aunque al principio fue fundamentalmente una broma, Lup ha recibido ocho encargos procedentes de Rumanía, Inglaterra y Canadá desde que numerosos periódicos y televisiones de Rumanía y otros países se hicieran eco de su iniciativa. Algunos de sus clientes le han dicho que piensan llevarlos por la calle, mientras que otros los utilizarán en espectáculos artísticos de temática cómica.

"Me llamó una persona Inglaterra y me dijo que quería unas botas de distanciamiento social. Le enseñé estas botas y le pregunté: ¿son para una obra de teatro? Y me dijo que no, que su marido le había dicho que quería ir por la calle con ellas".

Lup nació en una familia modesta de la Rumanía rural y lleva haciendo zapatos a mano desde 1949, cuando tenía 16 años y entró a trabajar como aprendiz con un zapatero de Cluj, porque en su familia eran ocho hermanos y tuvo que ponerse a trabajar al acabar la escuela primaria para ayudar a sus padres.

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