Degollado, víctima de un complot organizado por Tiyi, una de sus mujeres, y Pentaur, su hijo, por temor a perder los derechos al trono.
19/05/2019 14:35
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Allí, casi que escondida, guardada en uno de los enormes almacenes del icónico Museo de El Cairo, se encuentra la momia más espeluznante y misteriosa que ojos humanos hayan visto.
A veces la historia nos juega malas pasadas y terminamos descubriendo lo que jamás se nos hubiera ocurrido imaginar lo que realmente pasó.
Hablando de momias, en un museo de El Cairo, se expone un rostro, que nada tiene que ver con la expresión durmiente de las demás momias, ésta refleja dolor, tortura y sufrimiento. Su cuerpo, envuelto con piel de ovejas, un procedimiento impuro en los rituales de momificación del Antiguo Egipto, suponía una forma de castigo durante el entierro de aquel individuo.
¿Quién se escondía detrás de aquella piel seca, con extrañas marcas en el cuello que mostraban signos de estrangulamiento? ¿Qué horrendo crimen había cometido para merecer tal castigo?
Al realizar el examen de ADN para determinar con certeza a quién pertenecía aquel cuerpo, la sorpresa fue doble para los investigadores. Aquell momia pertenecía al joven príncipe Pentaur, hijo del segundo faraón de la dinastía XX y último soberano importante del Imperio Nuevo egipcio, Ramsés III.
Sin embargo, una segunda pista, quizás la más importante, reescribía nuevamente la historia faraónica del país norafricano. La verdadera causa de la muerte del rey Ramsés III, quedaba casi resuelta.
El Papiro Turín, pintado durante la época ramésida, aseguraba que había sido degollado, víctima de un complot organizado por Tiyi, una de sus mujeres, y Pentaur, su hijo, por temor a perder los derechos al trono a favor de otro de los muchos hijos del faraón. El milenario documento reflejaba también que por esa razón, el príncipe Pentaur, había sido condenado a morir ahorcado y su cadáver secado en sal, cubierto en piel de oveja, y destinado a pasar a la vida espiritual en un eterno sufrimiento.
Después de décadas de especulaciones, ahora quedaba confirmada la hipótesis que desde hace miles años planteaba el Papiro Turín. Los exámenes de ADN a la famosa y escalofriante “Momia que grita” develaron que esta compartía el mismo linaje parental que la momia del faraón Ramsés III.
“La Momia que grita”, con ese gesto espantoso y agonizante, era el asesino de su padre.
El faraón Ramsés III había muerto de un corte mortal en la garganta y gracias a un exámen de ADN el juego de tronos queda resuelto tres mil años después.
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