Cochabamba despide a María Blanca Solíz Lazarte, el alma de las empanadas “Wist’upiku”

La llajta se encuentra de luto tras la partida de María Blanca Solíz Lazarte Vda. de Ramírez, una figura emblemática y querida de la gastronomía cochabambina. A sus 85 años, Doña Blanca deja un legado imborrable, marcado por su dedicación al negocio familiar y por la calidez con la que tocó la vida de quienes la conocieron.

La madre de dos hijos y abuela de siete nietos fue la guardiana de la tradición de las empanadas “Wist’upiku”, una empresa que, bajo su dirección, ha crecido desde sus humildes comienzos hasta convertirse en un referente nacional con sucursales en La Paz y Santa Cruz.

“Estamos despidiendo a mi mamá, a mi adorada. La despedimos con mucha gratitud. No conozco una persona con tantos valores como ella, totalmente invaluable. Una mujer trabajadora, valiente”, expresó Ana María Ramírez, quien, entre lágrimas, recordó la fortaleza y la bondad que caracterizaban a su madre.

María Blanca, quien cumplió 85 años en agosto, había estado enfrentando un delicado estado de salud, pero su espíritu y alegría nunca se desvanecieron. Sus amigos y familiares la recordarán siempre como una mujer emprendedora, generosa y alegre, que siempre encontraba la manera de transmitir amor y enseñanzas a las generaciones venideras. “Ella nos ha enseñado que uno debe ser gente de bien, de buenos sentimientos”, compartió Ana María.

El “Club de Leones Arcoíris”, del cual Doña Blanca fue miembro, también se unió a la despedida de esta mujer caritativa, que tenía una pasión especial por la música. “Le encantaba cantar. En una ocasión pidió cantar ‘Mama vieja’, su canción preferida”, recordaron con cariño sus compañeras, quienes destacaron su capacidad de alegrar el corazón de los demás.

El sepelio de María Blanca se llevará a cabo este martes al mediodía, cuando sus restos sean llevados al Cementerio General. Su partida deja un vacío en la comunidad y un legado que perdurará a través de su familia y su empresa. Las empanadas “Wist’upiku” seguirán siendo un símbolo del esfuerzo y la dedicación de una mujer que, con su amor y trabajo, logró unir generaciones en torno a la mesa.