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“El árbol de mi destino”, la raíz viva de ‘Los Kjarkas’ en Cochabamba

El lugar hoy está reconocido por las autoridades como un espacio emblemático, pero su verdadero valor no se mide en placas ni reconocimientos, sino en lo que significa.

01/09/2025 8:44

“El árbol de mi destino”, la raíz viva de ‘Los Kjarkas’ en Cochabamba. Foto: Fernando Aguilar
Cochabamba, Bolivia

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Cochabamba celebra su mes aniversario y lo hace con historias que laten en la memoria colectiva, canciones que han trascendido fronteras y símbolos que, más allá de ser parte del folklore, se han convertido en patrimonio sentimental de los bolivianos. Uno de ellos es, sin duda, “El árbol de mi destino”, inspiración inmortal del poeta y compositor Ulises Hermosa.

El viaje comienza dejando atrás la ciudad, recorriendo Tiquipaya hasta llegar a la Hacienda Doña Elvira. Allí, entre montañas y aguas cantarinas, se alza el ceibo centenario que fue testigo de versos, melodías y sueños. No se trata de un mito, el árbol existe, imponente, vivo, y guarda todavía la esencia del hombre que lo convirtió en música eterna.

“Acá Ulises, sentado en las piedras, miraba su tierra y empezaba a componer”, recuerda Elmer Hermosa, emocionado, al pie del ceibo. No es difícil imaginarlo, guitarra en mano, contemplando el valle cochabambino, dejándose envolver por el silencio y la brisa que inspiraron una de las canciones más profundas de Los Kjarkas.

“El árbol de mi destino”, la raíz viva de ‘Los Kjarkas’ en Cochabamba. Foto: Fernando Aguilar

El lugar hoy está reconocido por las autoridades como un espacio emblemático, pero su verdadero valor no se mide en placas ni reconocimientos, sino en lo que provoca, piel de gallina al escuchar la canción bajo el mismo árbol donde nació.

“Cantar aquí es tan fuerte que hasta se quiebra la voz, porque sentimos a Ulises, sentimos que el tiempo se detiene”, confiesan entre acordes y recuerdos.

“El árbol de mi destino”, la raíz viva de ‘Los Kjarkas’ en Cochabamba. Foto: Fernando Aguilar

Y no están solos. Nuevas generaciones —como el pequeño Diego, sobrino de cariño que llegó desde Alemania— entonan de memoria esas letras que sus tíos convirtieron en legado. Incluso voces extranjeras, como Makoto desde Japón, muestran cómo la música de Los Kjarkas se volvió un idioma universal.

El ceibo de Doña Elvira es más que un árbol, es raíz, es puente entre pasado y presente, es símbolo de una Cochabamba que vibra en cada nota. En este septiembre, cuando la Llajta celebra, la historia de “El árbol de mi destino” nos recuerda que hay canciones que nunca terminan, porque viven en la sombra de un árbol y en el corazón de un pueblo.

“Ayer planté un arbolito al borde de mi destino…”

 

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