Estas no son las únicas consecuencias de padecer trastornos del olfato: la repercusión se siente en varios niveles y aspectos de la vida cotidiana.
17/09/2021 11:54
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Un estudio multicéntrico realizado en 15 hospitales españoles, en el que han participado cerca de 1000 pacientes, ha demostrado que las alteraciones de olfato y gusto provocadas por la COVID-19 son más frecuentes en pacientes jóvenes y no hospitalizados y que, además, se recuperan más tarde de ello que los pacientes ingresados.
Se trata de un trabajo realizado por varios miembros de la SEORL-CCC, liderado por la doctora Adriana Izquierdo, miembro de esta sociedad, y basado en una encuesta diseñada por la Comisión de Rinología, Alergia y Base de Cráneo Anterior, presidida por el doctor Isam Alobid.
Las disosmias son distorsiones en la percepción del olfato. Dentro de estas, las más frecuentes son las parosmias, que suele aparecer entre un mes y tres meses después del alta epidemiológica. Estas alteraciones aparecen después de las hiposmias, una disminución del olfato, y, con ella, la aparición de lo que los pacientes llaman “olores COVID”.
Cuando pensaban que ya todo había pasado, que podían retomar su vida normal, un olor rico normal de su casa proveniente, por ejemplo, de velas aromáticas o de desodorantes se transforma en olor a heces.
En los relatos de los pacientes aparece la descripción de un olor químico a quemado, se siente ese olor constantemente, sin la presencia del estímulo químico propiamente dicho, sienten olor a cigarrillo en momentos en que nadie fuma, o cuando están solos en la casa. Esta alteración del olfato se denomina fantosmia.
Estas no son las únicas consecuencias de padecer trastornos del olfato: la repercusión se siente en varios niveles y aspectos de la vida cotidiana.
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