Tras perder a su padre en la corriente y sufrir una fractura, el sobreviviente logró reencontrarse con su familia para pasar juntos esta Navidad.
26/12/2025 0:17
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La tragedia de las riadas en Santa Cruz ha dejado una huella de dolor imborrable, personificada en la odisea de Miguel Ángel Núñez, un draguero que fue arrastrado 30 kilómetros por la furia del agua. “Sentía cómo los palos me golpeaban y me hacían dar vuelta como un trompo, pero yo decía que no era mi hora y salía a pelear”, relató el sobreviviente sobre su lucha contra olas de hasta diez metros.
Tras ser llevado por la corriente desde el Canal Isuto hasta Colpa Bélgica, Núñez logró salir de una palizada donde quedó enterrado hasta el pecho con una pierna fracturada. “Caminé 10 kilómetros lesionado porque tenía más miedo a que me encontraran muerto que al agua misma”, explicó tras pasar una noche a la intemperie y cruzar el río nuevamente para buscar ayuda.
En la orilla, el drama fue compartido por su esposa, Luz María Wirandilo, quien presenció con impotencia cómo el caudal devoraba la isla donde trabajaba su familia. “Sentí una angustia terrible al ver cómo se los llevaba el río mientras los rescatistas nos decían que seguían protocolos y nadie llegaba”, sentenció la mujer entre lágrimas.
A casi dos semanas del desastre, el milagro de haber pasado la Navidad en casa se ve empañado por la desaparición del padre de Miguel, a quien el río separó de su lado. Pese a que el dolor persiste por la ausencia de su progenitor, Núñez hoy abraza a sus hijos tras haber sobrevivido a una de las riadas más feroces de la región.
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