El salario actual, frente a precios duplicados, ya no permite sostener el mismo estilo de vida.
06/10/2025 21:04
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Bolivia atraviesa un momento de inflexión en el mercado laboral. La inflación ha elevado drásticamente el costo de vida, los salarios permanecen estancados y, a la par, cada generación concibe el trabajo de manera diferente. Este cruce de factores plantea un desafío serio para las empresas que buscan mantener competitividad.
En la juventud se percibe un cambio cultural. Hoy los jóvenes son más reacios a aceptar empleos de calle, horarios por turnos o condiciones rígidas. Su actitud parece resumirse en un “si no es como quiero, paso”. Se valora la comodidad, la flexibilidad y el propósito personal, en contraste con la ambición de generaciones anteriores que buscaban “comerse el mundo” a cualquier costo.
En mandos medios y niveles gerenciales la situación es distinta. Existe compromiso con las organizaciones, pero este se ve tensionado por la coyuntura económica: el salario actual, frente a precios duplicados, ya no permite sostener el mismo estilo de vida.
La competencia por el talento también se ha transformado. Antes, la gran amenaza era que una multinacional atrajera a los mejores perfiles locales. Hoy el panorama es más complejo: el trabajo remoto en dólares ofrece a los profesionales bolivianos flexibilidad y remuneraciones que superan lo que el mercado nacional puede pagar. Programadores, diseñadores, consultores y especialistas no necesitan migrar; el mundo los contrata desde sus hogares.
¿Qué hacer frente a este escenario? Los líderes empresariales deben replantear su estrategia laboral. No basta con ofrecer un salario: se requieren planes de carrera, esquemas de flexibilidad y proyectos que inspiren a los jóvenes. La compensación debe repensarse con bonos variables y beneficios que respondan a necesidades reales: salud, educación, movilidad. Además, es hora de ver al trabajo remoto no solo como amenaza, sino como oportunidad. Bolivia puede convertirse en un hub de talento exportador, capaz de generar divisas y prestigio internacional.
El reto también pasa por fortalecer el liderazgo intermedio y construir culturas organizacionales que trasciendan lo económico, ofreciendo propósito y pertenencia.
En definitiva, Bolivia enfrenta un cambio estructural en su mercado laboral. Las empresas que comprendan y se adapten a esta coyuntura tendrán la posibilidad no solo de retener a su gente, sino de transformar la crisis en una ventaja competitiva. Las que no lo hagan, corren el riesgo de quedarse sin su recurso más valioso: el talento humano.
Arianne Jacir
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