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Bastante gente siente que la victoria de Rodrigo Paz en la segunda vuelta significó una oportunidad perdida para Bolivia, incluso equiparando a Rodrigo con el mismo MAS. Quiero con estas líneas dar un poco de perspectiva a los resultados electorales y plantear algunos de los retos del próximo gobierno. Comenzando con las perspectivas, si hace un par de años nos hubieran dicho que el MAS iba a perder la elección, habría una transición pacífica de poder y que el MAS estaría prácticamente sin representación parlamentaria, lo habríamos creído imposible y habríamos firmado felices. ¡Hay motivos para alegrarse!
En cuanto a los candidatos, Rodrigo tiene más semejanzas con Tuto que con Evo. Evo no es un verdadero demócrata que respeta la ley. Evo llegó a la presidencia con el firme propósito de no salir nunca más de ella, por las buenas o por las malas, cambiando leyes, haciendo fraude, porque para Evo, el principio republicano de que nadie está por encima de la ley, no existe; él está por encima de la ley y el Estado es un instrumento para hacer lo que él quiera. Creo que Rodrigo es un demócrata, como lo son Tuto o Doria Medina. Que el voto del MAS le haya dado la victoria a Rodrigo, no lo hace masista. En lo económico la visión de Rodrigo Paz aunque menos liberal que la de Tuto, tiene más coincidencias con éste que con el MAS. Hoy tenemos un escenario que hace apenas unos años era imposible de imaginar con un parlamento dominado por tres fuerzas políticas que tienen más semejanzas que diferencias, con la posibilidad real de hacer reformas a la constitución y las leyes para poner a Bolivia nuevamente en la senda del crecimiento económico y candados para evitar la socavación de la democracia y el Estado de Derecho, como sucedió los últimos 20 años.
¿Cuáles son los retos del próximo gobierno? En lo político, con tres fuerzas con más similitudes que diferencias ideológicas, el reto es que haya acuerdos para traducir eso en reformas en áreas como: justicia, autonomía, educación, salud, trabajo, inversión, etc. Esto será un reto, porque con mucha frecuencia los políticos no hacen lo que creen que es mejor para el país, sino lo que es mejor para ellos, pero no es inverosímil pensar que las tres principales fuerzas políticas se pongan de acuerdo en una agenda básica de reformas urgentes. El factor Lara es otra incógnita. ¿Lograrán trabajar coordinadamente o el vicepresidente se convertirá en un factor de desestabilización del nuevo gobierno? Finalmente, Evo Morales, con el poder que sigue teniendo en las calles, será una piedra en el zapato, tanto si se lo logra meter preso, como si no.
En lo económico el gobierno no tiene nada fácil. Con un país destruido luego de 20 años de la agenda socialista, todas las decisiones tienen un costo. Por ejemplo, si el gobierno elimina el subsidio al combustible, genera un duro reajuste de los precios relativos y descontento social; si mantiene el subsidio, no logrará reducir el déficit fiscal, lo que genera inflación y hace inviable la recuperación económica del país. Quitar la subvención es tal vez la decisión más difícil, por las repercusiones políticas y sociales. Si el gobierno logra implementarla rápidamente y manejar la oleada de descontento, habrá ganado mucho. El segundo tema es controlar la inflación, para lo cual es necesario reducir sustancialmente el déficit fiscal para dejar de financiarse con emisión del Banco Central. Hoy el gobierno se está financiando con fondos de la Gestora Pública, lo que ha permitido mantener la inflación y la devaluación bajo control los últimos meses, pero a costa de quitar liquidez al sistema financiero, elevar las tasas de interés que están por encima del 12%, con lo cual el crédito se hace escaso y caro, frenando el crecimiento económico de las empresas privadas y por ende, el empleo y el crecimiento del país.
Un punto que mucho consideran crítico y que yo creo que no, es el tipo de cambio. Hoy el tipo de cambio en Bolivia no es 6,96 sino que está alrededor de 12 bolivianos. Los precios en la economía real ya se han ajustado al tipo de cambio de mercado, por lo que un ajuste del tipo de cambio oficial, no causaría un aumento de precios, ¡el ajuste ya se dio! Inicialmente sí tendría un impacto en algunos contratos denominados en dólares, pero sin mayores consecuencias para la economía. Más allá de devolver los dólares que el Estado adeuda a la banca local, no comparto la noción de que se necesita tener una reserva de dólares para liberar el tipo de cambio oficial, al contrario, la liberación del tipo de cambio oficial, junto con la eliminación de la subvención permitirían al Estado empezar a captar dólares y reconstruir sus reservas internacionales. Muchos argumentan que liberar el tipo de cambio oficial generaría expectativas de devaluación, causando un círculo vicioso; la experiencia de estabilización de nuestro país en 1985 muestra lo contrario. Lo más importante para estabilizar la economía es que el gobierno reduzca el déficit fiscal y deje de financiarse con emisión del Banco Central. Con lo anterior no se debe interpretar que estoy en contra de que el gobierno consiga fondos de estabilización. Conseguir crédito externo puede ser muy beneficioso para implementar las reformas y a la vez ayudar a paliar los efectos negativos en los grupos más vulnerables de la sociedad; sin embargo, el crédito externo no es de ninguna manera un requisito indispensable sine qua non, para hacer los ajustes. De hecho, existe el riesgo de que el crédito externo, especialmente si es abundante, pueda servir para que el nuevo gobierno no haga los ajustes necesarios y siga con medidas tibias, que pateen el problema para más adelante.
El MAS vivió 20 años de fiesta, espantó la inversión, se endeudó, se gastó los ahorros y dejó a un país destruido. Reconstruir exige sacrificios y toma tiempo, por lo que no importa qué haga el nuevo gobierno, la economía de las familias bolivianas se va a deteriorar en los próximos años. Si el gobierno quita la subvención, la gente sentirá que no llega a fin de mes; si no lo quita, seguirá la inflación y la gente sentirá que no llega a fin de mes. Si el gobierno achica el Estado, dejará a familias en la calle; si no lo achica, seguirá el déficit que genera inflación y empobrece a todos. Si quita los esquemas de precios subvencionados en el mercado interno y las prohibiciones de exportación, algunos precios podrían subir en el corto plazo; si no los quita, seguirá poniendo frenos al desarrollo económico en el largo plazo. En muchas situaciones, tanto si el gobierno hace, como si no hace, si toma la opción A, como si toma la opción B, la sociedad civil sentirá que su economía familiar empeora y habrá descontento social. La misma izquierda que generó este desastre económico, será hábil para lavarse las manos, argumentar que el culpable es el nuevo gobierno y decir que con ellos se estaba mejor. Al malestar real de la sociedad civil, se le deben agregar los grupos políticos e incluso criminales que van a aprovechar el descontento para generar convulsión. Manejar este descontento social no es tarea fácil para nadie y el nuevo gobierno tiene un reto monumental.
Finalmente, Rodrigo tiene un reto consigo mismo. Durante la campaña, mostró ambivalencia, una falta de claridad e incluso un desconocimiento de temas económicos, sorprendente viniendo de alguien que estudió economía. La vaguedad de sus declaraciones, el coqueteo con ideas populistas y el lanzamiento de propuestas irresponsables e imposibles le ayudaron a conquistar el voto que tradicionalmente había sido del MAS. Su campaña buscó contentar a todos y no molestar a nadie, quiso estar bien con Dios y con el Diablo. Queda la incógnita sobre si eso fue una estratagema o es parte de su esencia. Cómo presidente tendrá que tomar decisiones difíciles y no logrará contentar a todos. El deseo de quedar bien y ser popular lo podría paralizar. El tiempo dirá si su gobierno se parece más al de Hernán Siles Suazo que mediante la inacción y la irresponsabilidad derivó en un deterioro acelerado, o el de Víctor Paz Estenssoro, que tomó decisiones difíciles, valientes e impopulares que lograron la estabilización del país. Por ahora merece el beneficio de la duda, ha dado algunas señales alentadoras luego de su victoria electoral y por supuesto le deseamos éxito, por el bien del país y de todos.
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