El primer paso para abordar la dependencia emocional es reconocerla. No se trata simplemente de amar intensamente, sino de experimentar ansiedad, inseguridad o miedo ante la idea de perder a la otra persona.
28/10/2025 13:00
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Las relaciones afectivas entre jóvenes se desarrollan en un contexto donde la validación externa y el miedo a la soledad pueden confundirse con amor. La dependencia emocional, ese patrón en el que una persona necesita de otra para sentirse completa o segura, se ha convertido en un tema cada vez más visible entre adolescentes y adultos jóvenes. Tratarla implica un proceso profundo de autoconocimiento, acompañamiento psicológico y educación emocional.
Tatiana Montoya, docente de la carrera de Psicología y miembro de Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), sostiene que la dependencia emocional en las relaciones de los jóvenes implica observar ciertos patrones que van más allá del afecto o el cariño.
“Tratar la dependencia emocional requiere un proceso de autoconocimiento y fortalecimiento personal. En terapia, se trabaja en reconstruir la autoestima, identificar las creencias distorsionadas sobre el amor como ‘si me ama, nunca me dejará’, ‘sin él o ella no soy nada’, y fomentar la autonomía emocional”, explica la académica.
Un estudio publicado en la revista Behavioral Psychology (Psicología Conductual), sostiene que la dependencia emocional en jóvenes adultos o personas con baja autoestima, ansiedad social y problemas para manejar sus emociones, tienden a mostrar mayores niveles de dependencia emocional. Además, los resultados señalan que, en general, las mujeres reportan más dependencia emocional que los hombres, aunque esta diferencia puede cambiar según el contexto cultural.
Reconocer la dependencia
El primer paso para abordar la dependencia emocional es reconocerla. No se trata simplemente de amar intensamente, sino de experimentar ansiedad, inseguridad o miedo ante la idea de perder a la otra persona. Quien depende emocionalmente suele priorizar las necesidades del otro sobre las propias, acepta dinámicas desequilibradas y busca constantemente aprobación. En muchos casos, este patrón surge de experiencias previas de abandono, baja autoestima o modelos familiares donde el afecto estaba condicionado.
“Algunos signos frecuentes incluyen el miedo intenso al abandono, necesidad constante de aprobación, celos excesivos, dificultad para poner límites y una sensación de vacío o ansiedad cuando la pareja no está presente”, explica la académica.
Los jóvenes, al encontrarse en etapas de búsqueda de identidad y pertenencia, son especialmente vulnerables a caer en relaciones donde la pareja se convierte en el centro de su estabilidad emocional. Además, la exposición a idealizaciones románticas en redes sociales o series refuerza la creencia de que el amor “verdadero” implica entrega total o sacrificio, distorsionando los límites saludables del vínculo.
La dependencia emocional puede abordarse eficazmente mediante distintas terapias basadas en evidencia. Una de ellas es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), que ayuda a modificar pensamientos negativos como “no valgo nada sin mi pareja” y a desarrollar habilidades para manejar las emociones. Entre sus técnicas destacan la reestructuración cognitiva, que permite identificar y cambiar ideas distorsionadas, y el entrenamiento en asertividad, que enseña a expresar necesidades sin temor al rechazo.
Otros enfoques útiles incluyen la terapia centrada en el apego y la terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). La primera, basada en la teoría de Bowlby, busca que la persona desarrolle un apego más seguro consigo misma y con los demás, reduciendo así la necesidad de validación externa. Por su parte, la ACT, promueve la aceptación de las emociones difíciles y el compromiso con los valores personales, ayudando a construir una identidad más sólida e independiente de las relaciones afectivas.
Recuperar la autonomía
Superar la dependencia emocional no significa dejar de amar, sino aprender a amar sin perder la individualidad. La psicoterapia, especialmente la terapia cognitivo-conductual y la terapia centrada en el apego, ayuda a identificar pensamientos distorsionados sobre el amor y la soledad. Trabajar la autoestima es fundamental: aprender a valorarse, reconocer los propios límites y cultivar intereses personales fortalece la autonomía afectiva.
“En jóvenes, es clave el acompañamiento psicológico temprano, ya que muchas veces esta dependencia tiene raíces en la inseguridad afectiva o en vínculos familiares poco seguros. El objetivo no es dejar de amar, sino aprender a amar sin perderse a sí mismo”,. explica Montoya
Practicar actividades que generen bienestar individual como el arte, el deporte o el voluntariado, puede ayudar a redescubrir la satisfacción personal fuera del vínculo de pareja. También es importante rodearse de redes de apoyo sanas como amistades, familia y espacios donde se pueda hablar sin juicios.
Tratar la dependencia emocional es un proceso que requiere tiempo y autocompasión. No hay fórmulas rápidas, pero sí caminos posibles: terapia, reflexión, límites y proyectos personales. Aprender a estar bien con uno mismo no es un acto de egoísmo, sino la base de cualquier relación sana.
“Se ayuda a la persona a reconectar con su identidad, sus gustos, metas y valores personales y a construir relaciones más equilibradas, basadas en el respeto mutuo y no en la necesidad”, destaca la académica.
Amar sin depender significa elegir compartir la vida con alguien desde la libertad, no desde la necesidad. Y ese es, quizás, el verdadero acto de amor maduro que los jóvenes del siglo XXI están llamados a descubrir.
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