La “dieta de las princesas” pone en riesgo la salud de niñas y adolescentes

Esta dieta va dirigida principalmente a chicas jóvenes y adolescentes.

03/09/2025 11:29

La “dieta de las princesas” pone en riesgo la salud de niñas y adolescentes
Bolivia

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En redes sociales circula un patrón alimenticio conocido como la “dieta de las princesas”, una tendencia que, lejos de ser saludable, representa un grave riesgo para la salud física y emocional de niñas y adolescentes. Se trata de un régimen extremo que promueve el consumo de apenas 500 a 800 calorías al día —menos de la mitad de lo que un organismo en crecimiento necesita— y que está ligado a la presión estética, la obsesión por la delgadez y la búsqueda de un “cuerpo ideal” influenciado por estereotipos irreales.

Paulette Etienne, docente de la carrera de Medicina de la Universidad Franz Tamayo (Unifranz), explica que este tipo de dietas se ha convertido en una tendencia cada vez más frecuente entre adolescentes.

“Las dietas de las princesas están enfocadas en un público infantil y adolescente. La realización de las mismas conlleva varios riesgos nutricionales que pueden provocar déficits, evolucionando de una desnutrición aguda a una crónica, con efectos irreversibles a largo plazo”, sostiene la académica.

Según la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) afectan a 1 de cada 20 adolescentes, con una edad de inicio promedio de 12 años. La “dieta de las princesas” se identifica como un desencadenante potencial de TCA como la anorexia y la bulimia, debido a su enfoque en la restricción calórica extrema.

“Es importante entender que estas alteraciones en la ingesta alimentaria son graves, Hay distintos tipos de trastornos de alimentación, y los más graves, como la anorexia y la bulimia, pueden generar complicaciones cuando están en una etapa restrictiva”, sostiene Tatiana Montoya, psicóloga y miembro de la Jefatura de Enseñanza y Aprendizaje (JEA) en Unifranz.

En edades tempranas, cuando el cuerpo requiere nutrientes esenciales para el desarrollo cerebral, óseo y muscular, someterse a una restricción tan severa provoca déficit nutricional, debilitamiento del sistema inmunológico, problemas de concentración, mareos, desmayos e incluso daños irreversibles en órganos vitales.

“Cada alimento está conformado por varios nutrientes que son vitales para los procesos metabólicos que requiere nuestro organismo, y que permiten desempeñar funciones mentales y físicas, como la atención, la concentración, la memoria y, principalmente, sostener la etapa de crecimiento”, explica Etienne.

Esta práctica (la dieta de las princesas) no puede considerarse una dieta, sino una forma encubierta de conducta alimentaria de riesgo, que puede derivar en trastornos como anorexia, bulimia, depresión y ansiedad.

Qué es la dieta de las princesas

Esta dieta va dirigida principalmente a chicas jóvenes y adolescentes. Esta práctica propone un régimen alimenticio muy limitado, en el que cada jornada se asocia con una princesa de Disney específica. A través de esta mecánica, se promueven restricciones extremas con el objetivo de perder peso de forma acelerada. 

Ofrece la ilusión de un cambio radical en poco tiempo, prometiendo perder hasta 10 kilos en apenas dos semanas para alcanzar un cuerpo extremadamente delgado, con una piel impecable y una aparente dominación del apetito. Algunos ejemplos de estas dietas no recomendadas son:

  • Día de Blancanieves: solo se pueden comer hasta ocho manzanas.
  • Día de la Sirenita: ayuno total, con la posibilidad de beber agua o agua saborizada.
  • Día de Cenicienta: comer solo antes de las 12 del mediodía, y el límite de 600 kcal.
  • Día de Anna: sólo se puede comer 30 fresas en todo el día.

El peligro no solo es físico, la llamada “dieta de las princesas” alimenta un círculo de inseguridad y frustración en quienes la practican. Al basarse en la autoexigencia extrema y el rechazo al propio cuerpo, puede desencadenar trastornos de la autoestima y aumentar la vulnerabilidad frente al acoso escolar y la presión social. En plataformas digitales, el problema se agrava con la difusión de comunidades que incentivan esta práctica como si fuera un estilo de vida aspiracional.

“Es fundamental brindar información sobre la importancia del consumo de alimentos necesarios y adecuados para cada edad, a fin de satisfacer los requerimientos y necesidades personales. Finalmente, es vital romper el miedo a los alimentos, especialmente en etapas de crecimiento, donde una nutrición adecuada permite alcanzar un desarrollo óptimo y satisfactorio”, concluye Etienne.

Combatir estas tendencias requiere un enfoque integral que incluya la educación alimentaria en casa y en las escuelas, el acompañamiento psicológico y una mayor regulación del contenido que circula en redes sociales. Promover una relación sana con el cuerpo, basada en la aceptación, el autocuidado y el respeto, es clave para prevenir este tipo de conductas de riesgo.

En última instancia, proteger la salud mental y física de niñas y adolescentes implica escuchar sus preocupaciones, validar sus emociones y brindarles herramientas reales para construir una autoestima sólida, libre de presiones estéticas y mensajes dañinos disfrazados de bienestar.

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