El estremecedor hallazgo ocurrió tras una serie de investigaciones por profanaciones de tumbas infantiles.
20/05/2025 10:50
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Nizhni Nóvgorod, Rusia. A más de una década de su arresto, el caso de Anatoly Moskvin sigue estremeciendo a Rusia y al mundo. Conocido como el “coleccionista de muñecas”, este historiador de 58 años fue detenido en 2011 tras descubrirse una verdad macabra: en su hogar convivía con los cuerpos momificados de 29 niñas que había desenterrado y convertido en muñecas humanas.
Moskvin, un erudito en lenguas antiguas y ex traductor del Ejército Rojo, vivía una doble vida. Mientras por fuera era un académico reservado, en la intimidad de su casa que compartía con sus padres ocultaba cadáveres de niñas de entre tres y once años, cuidadosamente conservados y vestidos con ropa infantil. Los cuerpos estaban dispuestos como muñecas, algunos con máscaras de papel maché, otros sentados a la mesa o recostados como si estuvieran dormidos.
El estremecedor hallazgo ocurrió tras una serie de investigaciones por profanaciones de tumbas infantiles. Cuando la policía allanó su departamento, descubrió la colección de cuerpos momificados que Moskvin había sustraído de al menos 44 tumbas. En sus propias palabras, lo hacía “por compasión”: “Ustedes abandonaron a sus hijas en el frío, y yo las traje a casa y las calenté”, declaró con frialdad a los familiares de las víctimas.
Moskvin aseguró que su objetivo era revivir a las niñas a través de la ciencia. Dijo estar convencido de que en el futuro podrían ser clonadas y devueltas a la vida. A pesar del carácter aterrador de sus actos, negó motivaciones sexuales, alegando un deseo casi místico de preservar sus vidas.
El caso tomó un giro psiquiátrico cuando fue diagnosticado con esquizofrenia paranoide y declarado inimputable en 2012. Desde entonces, permanece internado en una institución psiquiátrica bajo vigilancia estricta. Esta semana, la Justicia rusa ratificó que Moskvin deberá continuar encerrado, desestimando los pedidos de sus abogados para trasladarlo a un régimen ambulatorio.
La decisión fue respaldada por el propio director médico del hospital, quien advirtió sobre los riesgos de liberarlo. Las familias de las niñas también exigen que permanezca internado de por vida: “El daño que hizo es irreversible. No puede volver a la sociedad”, expresaron ante el tribunal.
El caso de Anatoly Moskvin es uno de los más perturbadores en la historia criminal moderna de Rusia. En entrevistas concedidas durante sus primeros años de encierro, relató haber visitado más de 750 cementerios, haber dormido en ataúdes y practicado rituales de magia negra. Su madre, Elvira, aún atónita, declaró: “Pensamos que solo hacía muñecas grandes. Nunca imaginamos lo que había dentro”.
Hoy, más de una década después, el eco de sus actos sigue helando la sangre. Y mientras la ciencia no haya avanzado como él soñaba, la Justicia rusa asegura que no saldrá jamás del hospital donde habita, rodeado por los fantasmas de su propia locura.
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