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¿Quién escribió realmente la Biblia? Tras dos siglos, la IA revela "firmas ocultas" de autores

Un grupo de investigadores utilizó algoritmos avanzados para identificar patrones lingüísticos ocultos en textos bíblicos escritos hace aproximadamente 2.800 años.

20/06/2025 11:36

¿Quién escribió realmente la Biblia? Tras dos siglos, la IA revela "firmas ocultas" de autores
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Un equipo internacional de investigadores ha logrado un avance significativo en los estudios bíblicos, utilizando inteligencia artificial (IA) y modelización estadística para desentrañar el misterio de la autoría de la Biblia.

Publicado en la prestigiosa revista PLOS ONE, este innovador estudio combina tecnología de vanguardia con análisis lingüístico para identificar a los escritores de pasajes bíblicos que datan de hace casi 2.800 años.

Revelando voces antiguas con IA

Mientras que para millones de fieles la Biblia es la palabra divina, la investigación académica moderna la ve como un documento histórico, construido por diversas capas textuales que evolucionaron a lo largo de siglos. Ahora, este método basado en IA ofrece herramientas objetivas para diferenciar entre esas distintas voces autorales, publica DW.

"Hasta donde puedo juzgar, los primeros textos de la Biblia se compusieron en el Reino de Israel en la primera mitad del siglo VIII a.C.", afirmó el profesor Israel Finkelstein, director de la Escuela de Arqueología y Culturas Marítimas de la Universidad de Haifa y coautor del estudio, en una entrevista con The Times of Israel. Añadió que "la composición de textos se intensificó en el siglo VII [a.C.] en Judá, principalmente en tiempos del rey Josías".

Thomas Römer, experto bíblico del Collège de France y también coautor, enfatizó un punto crucial: "No hay autores de la Biblia en el sentido moderno. Las versiones originales de los pergaminos fueron reelaboradas y reescritas continuamente por redactores que añadían, alteraban y a veces también omitían partes de los textos anteriores".

De fragmentos de cerámica a la Biblia

El origen de este ambicioso proyecto es casi fortuito. En 2010, la matemática Shira Faigenbaum-Golovin y el arqueólogo Israel Finkelstein colaboraron para analizar inscripciones en antiguos fragmentos de cerámica. Al aplicar técnicas estadísticas para comparar estilos de escritura, lograron identificar diferentes autores de textos del año 600 a.C. Este descubrimiento, que incluso llegó a la portada del New York Times, planteó una pregunta audaz: si estas herramientas funcionaban con breves inscripciones en barro, ¿podrían aplicarse a la Biblia?

"Llegamos a la conclusión de que los hallazgos en esas inscripciones podían ofrecer pistas valiosas para datar textos del Antiguo Testamento", explicó Faigenbaum-Golovin en un comunicado de la Universidad de Duke. Esto marcó el inicio de la formación de un equipo multidisciplinario que incluyó arqueólogos, biblistas, físicos, matemáticos e informáticos, creando una "simbiosis sorprendente" entre la ciencia y las humanidades.

Patrones ocultos en el Eneateuco

Los investigadores centraron su análisis en los nueve primeros libros de la Biblia hebrea, conocidos como el Eneateuco, seleccionando 50 capítulos. Clasificaron estos capítulos en tres tradiciones autorales ya reconocidas por la crítica bíblica: los textos del Deuteronomio, la Historia Deuteronomista (de Josué a Reyes) y los Escritos Sacerdotales (presentes en Génesis, Éxodo y Levítico).

La metodología demostró ser sorprendentemente efectiva, incluso al analizar palabras sencillas y comunes. "Descubrimos que cada grupo de autores tiene un estilo diferente; sorprendentemente, incluso en lo que se refiere a palabras sencillas y comunes como 'no', 'que' o 'rey'. Nuestro método identifica con precisión estas diferencias", afirmó Römer.

El equipo adaptó un algoritmo estadístico para analizar la distribución de palabras, creando un diccionario con aproximadamente 1.447 términos únicos para cada escuela de autoría. Por ejemplo, según The Times of Israel, se encontró que palabras como Elohim (uno de los nombres de Dios) y lo ("no" en hebreo) son características de los textos del Deuteronomio. La Historia Deuteronomista utiliza estas mismas palabras con frecuencia, además de melech (rey) y asher (que). Por su parte, zahav (oro) es característica de los Escritos Sacerdotales.

Sescubrimientos sorprendentes

Los resultados fueron notables: "En el 84% de los casos, la atribución automática coincidió con las evaluaciones de los eruditos bíblicos", informaron los investigadores a Times of Israel. El sistema confirmó que el Deuteronomio y los libros históricos eran más similares entre sí que a los textos sacerdotales, un consenso entre los biblistas.

Sin embargo, también surgieron hallazgos inesperados. Por ejemplo, aunque las dos secciones de la Narrativa del Arca en los libros de Samuel abordan el mismo tema, el análisis reveló que fueron escritas por autores distintos. "La mayoría de los eruditos piensan que la narración de I Samuel y la de II Samuel pertenecen a la misma historia, mientras que una minoría considera que la primera es una historia originalmente independiente. Nuestro análisis ha demostrado que la opinión de la minoría es correcta", explicaron los investigadores.

Esta herramienta también se aplicó a textos con orígenes más debatidos, como el Libro de Ester o ciertos pasajes sobre Abraham en el Génesis. En ambos casos, el algoritmo concluyó que estos textos no se ajustan a ninguno de los tres estilos principales, lo que sugiere que fueron redactados más tarde o por autores ajenos a las corrientes dominantes de la Biblia hebrea.

Superando Desafíos y Abriendo Nuevas Rutas

El equipo enfrentó desafíos significativos, como la necesidad de identificar segmentos originales en una Biblia que ha sido editada múltiples veces a lo largo de los siglos. Para superar la escasez de datos, en lugar del aprendizaje automático tradicional, emplearon un método más directo que compara patrones de frases y frecuencias de palabras. "Teníamos que estar absolutamente seguros de la significación estadística", comentó Faigenbaum-Golovin.

Las implicaciones de este estudio trascienden el ámbito bíblico. "El estudio introduce un nuevo paradigma para analizar textos antiguos", resumió Finkelstein. Faigenbaum-Golovin destacó que la misma técnica podría aplicarse a otros documentos históricos para verificar su autenticidad.

Los investigadores planean ahora extender su modelo a otras partes de la Biblia y a textos como los Rollos del Mar Muerto. "Hay muchas cuestiones abiertas en relación con los libros proféticos, así como con las últimas revisiones del Pentateuco", señaló Römer. "Este método será de gran ayuda para obtener resultados más objetivos".

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