“Ya no le voy a poder pagar la renta”: el último chiste de Don Ramón que sigue sacando lágrimas

Ramón Valdés fue mucho más que el papá de la Chilindrina o el eterno deudor de la vecindad. Fue el alma detrás del personaje más entrañable de El Chavo del 8, un hombre flaco, bigotón, con una gorra inseparable y una ternura que se escondía detrás de cada regaño.

Pero hay una escena fuera del libreto, lejos de los foros de televisión, que lo retrata mejor que cualquier sketch. Una escena real, sin risas grabadas, sin aplausos. Un momento íntimo que, décadas después, todavía emociona.

Fue en 1988. Ramón Valdés agonizaba en una cama del Hospital Santa Elena, en la Ciudad de México. El cáncer ya había hecho lo suyo, comenzó en el estómago y se extendió sin piedad hasta la médula espinal. Sedado por el dolor, sabía que el final estaba cerca. Pero el humor, ese que lo había acompañado toda la vida, no lo abandonó ni siquiera entonces.

Un día, su viejo compañero Édgar Vivar —el querido Señor Barriga— lo fue a visitar. Aquel vínculo que en pantalla se traducía en persecuciones y portazos, en la vida real era una amistad profunda y sincera. Según relató Miguel Valdés, nieto del actor, en un video de TikTok que se viralizó en 2021, la despedida entre ambos tuvo el mismo tono que sus escenas, simple, absurda, inolvidable.

"Ay, Señor Barriga... ya no le voy a poder pagar la renta", eso fue todo. Una frase. Un último guiño a la ficción que los unió, pero también una broma hermosa que decía más de lo que aparentaba, que incluso frente a la muerte, Ramón Valdés eligió hacer reír. 

Édgar Vivar, según cuenta Miguel, salió de la habitación con lágrimas en los ojos. Ramón Valdés falleció el 9 de agosto de 1988, a los 64 años. Pero su recuerdo no se limita a la nostalgia televisiva. Su figura sigue viva en los memes, en los canales de YouTube que repiten sus capítulos, y sobre todo, en las carcajadas que aún provoca.

Aquel “ya no le voy a poder pagar la renta” no fue una línea más. Fue el último aplauso silencioso de un artista que entendía el poder de una sonrisa. Incluso cuando todo lo demás se apaga.